José Pablo Valverde

Una mirada sistémica para el Impacto Colectivo

Una mirada sistémica para el Impacto Colectivo 349 322 Administrador Potenciar

Durante la última década el concepto de impacto colectivo ha tomado fuerza para implementar proyectos que buscan responder a grandes retos globales (e.g. educación, pobreza, acceso al agua, cambio climático, etc.). La lógica detrás de este enfoque responde a una crítica que se hace al mundo de organizaciones sin fines de lucro y cooperación internacional, que había operado – y hasta la fecha una buena parte lo sigue haciendo – orientándose hacia la búsqueda de una gran solución qué financiar dentro de una sola organización. Aunque estos emprendimientos ciertamente han beneficiado a la sociedad, su impacto ha sido aislado.

Impacto colectivo como alternativa para promover el cambio social

En 2011, John Kania y Mark Kramer publicaron en Stanford Social Innovation Review un artículo titulado Collective Impact, que retaba el enfoque de impacto aislado. La premisa de ambos autores es que problemas complejos requieren de varios actores, provenientes de diversos sectores, para la búsqueda de soluciones de alto impacto que sean escalables. Según los autores, aunque los intentos de colaboración entre organizaciones no son nada nuevo (alianzas público-privadas, iniciativas multiactoriales, redes del sector social, colaboraciones entre entes financiadores) hasta la fecha los resultados no han sido muy exitosos. Ambos afirman que la razón principal de los fracasos en la colaboración reside en la falta de una o varias condiciones para el éxito colectivo. Según los autores las 5 condiciones del impacto colectivo son:

  • Agenda común.
  • Sistemas de Medición común.
  • Activdades de refuerzo mutuas.
  • Comunicación contínua.
  • Organizaciones de apoyo (Backbone organizations).

Aunque las 5 condiciones para el éxito colectivo descritas por Kania & Kramer resultan de mucho valor para impulsar iniciativas de impacto colectivo, existen algunos puntos que hacen que su mirada no logre representar la complejidad a la que los actores se enfrentan en la práctica, y limite el impacto potencial en términos de escala. De ahí que yo proponga algunos ajustes a su pensamiento con la adopción de una mirada más sistémica para el impacto colectivo.

En esta ocasión quiero enfocarme en el rol fundamental que el concepto de impacto colectivo otorga a las organizaciones de apoyo conocidas como Backbone Organizations, y por qué considero que dicha concepción limita el impacto y no refleja la práctica dentro de procesos de impacto colectivo de gran escala. La premisa detrás de las Backbone Organizations es que, dentro de iniciativas de impacto colectivo con diversos actores involucrados, es necesaria una organización con personal exclusivamente dedicado a planificar, gestionar y apoyar a través de facilitación, tecnología y soporte de comunicaciones, recopilación de datos e informes, y el manejo de detalles logísticos y administrativos necesarios para que la iniciativa pueda funcionar sin problemas.

Aunque en el papel el rol de las Backbone Organizations pareciera bastante lógico, empíricamente presenta una serie de problemas para abordar procesos de cambio de gran escala, ya que de cierta manera repite la lógica de aislamiento al circunscribir el impacto colectivo a una única iniciativa en donde colaboran distintas organizaciones de diversos sectores bajo una agenda común.

Un concepto amplio de redes es más cercano al día a día de las organizaciones que buscan generar impacto colectivo. Las redes se definen en términos de su informalidad, falta de límites y relaciones jerárquicas, y presentan cualidades como la espontaneidad y la flexibilidad. La red es amplia y difusa, sin embargo, la visión común aborda un problema o problemas que atañen a todos (consecuencias del cambio climático de la región X, acceso al agua en la provincia X, alto grado de contagio de la enfermedad X en la región X). Eso genera el compromiso dentro de la red, en donde pueden existir actores con intereses muy diversos (e.g. empresarios, sociedad civil, funcionarios públicos, etc.) pero que se ven convocados por una problemática en común. Al no existir una única iniciativa de cambio, sino muchas que son ejecutadas por distintos actores (en algunas ocasiones los actores participan en más de una de ellas), la red refleja de mejor manera la realidad en que los actores se desenvuelven e incrementa el potencial de escala de las soluciones de la misma. Esta mirada rompe la ilusión de “control” sobre un sistema complejo de actores que interactúan entre sí. La mirada de red para el impacto colectivo entiende que no es posible controlar a actores que están inmersos dentro de sistemas complejos y más bien entiende que para escalar el impacto los actores deben de asumir un rol de conector más que de líder; teniendo en consideración que será muy probable que una organización sea conector en ciertas ocasiones, conectada en otras o que cumpla ambos roles al mismo tiempo dentro de iniciativas distintas que trabajan dentro de una agenda común.

De esta manera, un entendimiento sistémico fomenta la dinámica de red y evita la aparición de Backbone Organizations por dos motivos. Primero, no es realista controlar una red, es algo flexible y en el momento en que se quiere controlar deja de existir. Más bien se debe fortalecer la red, eso sí, mediante figuras muy esbeltas en términos de gastos fijos (e.g. secretariados ejecutivos financiados por organizaciones/organismos internacionales que promuevan el impacto colectivo y busquen fortalecer el trabajo en redes). Segundo, en línea con el primer punto, a menudo las Backbone Organizations terminan convirtiéndose en un fin en sí mismo compitiendo por recursos que podrían ser utilizados por actores dentro de la red que se encuentren accionando impacto.

La mirada sistémica y del impacto colectivo promueve el abordaje en términos de red y permite la formulación de estructuras flexibles y cambiantes dentro de las iniciativas, donde no necesariamente una organización es siempre la ejecutora/administradora, sino que se rota estratégicamente la configuración dentro de las iniciativas para acceder a fondos dependiendo de variables tales como el expertise, capital social, etc., de las organizaciones.  La diferencia clave radica en que estas organizaciones se ven a sí mismas no como el sistema sino como una parte más del sistema, y entienden que su iniciativa no es la solución al problema sino una iniciativa más dentro de la agenda común de la red para el impacto colectivo. De ahí que estén siempre atentas a conectarse y ser conectadas con otras iniciativas/actores para escalar el impacto.

[1] Un tipo de inversión de impacto que toma conceptos y técnicas de las finanzas de capital de riesgo y la gestión empresarial y los aplica para lograr objetivos filantrópicos.

[2] BID Lab es el laboratorio de innovación del Grupo BID. Moviliza financiamiento, conocimiento y conexiones para catalizar innovación para la inclusión en América Latina y el Caribe.

José Pablo Valverde es periodista y administrador de empresas y trabaja como Líder del Área de Impacto Colectivo en Viva Idea.

Actualmente, es candidato a doctorado en la Universidad de St. Gallen, en Suiza. Su investigación se centra en comprender las redes y la dinámica de brokerage entre organizaciones que abordan grandes desafíos globales. Tiene un MBA de INCAE Business School, de donde se graduó con honores, y una Maestría en Estrategia y Gestión Internacional de la Universidad de St. Gallen. José Pablo también es Co-Fundador de Bluetools Solutions, empresa dedicada a generar herramientas digitales para abordar el impacto colectivo. Ha trabajado en empresas como P&G, Kuenhe + Nagel, Amazon y Deloitte y también ha sido profesor invitado en la Universidad EARTH, impartiendo temas relacionados con el emprendimiento. José Pablo también se desempeñó como Director de Operaciones en el Centro de Emprendimiento INCAE.

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