Celeste Lusseti

Sin acción no hay transformación o basta de juntarnos a “jugar” con pos -its.

Sin acción no hay transformación o basta de juntarnos a “jugar” con pos -its. 349 322 Alejandro Juancorena

Podemos tener un buen marco teórico, hacer el mejor diagnóstico, escribir la teoría de cambio más inspiradora y diseñar presentaciones atractivas sobre lo que queremos transformar y acerca de por qué es verdaderamente importante hacerlo de manera colaborativa. Podemos incluso compartir genuinamente, el deseo, la convicción y el compromiso de trabajar juntos para alcanzar resultados superadores. Pero si todo esto no se traduce en decisiones, inversiones y acciones concretas que activan la transformación, al final del día, poco es lo que está destinado verdaderamente a cambiar.

¡Ojo! no estamos diciendo aquí que los procesos colaborativos o multi-actor no modifican el statu quo: destacamos el poder del encuentro y del dialogo, la activación de espacios de intercambio y negociación, la generación de visiones compartidas, las posibilidades de modificar las dinámicas de relacionamiento entre sectores y actores, la detección de oportunidades para movilizar recursos e invertirlos de un modo más efectivo y eficiente, entre otros beneficios. Pero algo está claro: aunque valiosos, estos resultados, no son suficientes, son un medio para un fin.

Este tema es incómodo, pero necesario. Hay procesos, orientados a generar impacto colectivo, que entran en un bucle de planificación eterna. Muchas organizaciones acumulamos documentos, mapas, horas de talleres y reuniones, afiches, post-its, planes y publicaciones, pero no logramos dar el salto hacia el hacer / transformar juntos. ¿Por qué? Porque accionar colectivamente implica exponerse, compartir poder, contactos, asumir riesgos, equivocarse, invertir más tiempo (del que invertimos en nuestras organizaciones) y movilizar y co-gestionar recursos que muchas veces no están disponibles o que están disponible “solo para algunos”.

El cambio se activa cuando “hacemos con otros” cuando damos un primer paso, imperfecto si hace falta, pero real, posible y tangible. La acción transforma, le da forma específica a las intenciones y nada más potente que un logro relevante compartido para cimentar y amplificar el “poder de hacer juntos”. El impacto no es una promesa: es una práctica que se construye, paso a paso, cuando nos animamos, a pasar a la acción (juntos).

5 tips para pasar del encuentro a la acción transformadora:

  1. Conformá un grupo o equipo promotor. Un grupo chico, con legitimidad, autonomía y capacidad operativa, puede dinamizar los avances e impulsar la acción mientras el colectivo más amplio participa, valida, acompaña y se involucra según sus deseos, ritmos y posibilidades.
  2. Definí una primera acción mínima, un hito de corto plazo, que sea realizable y atribuible al sentir y accionar colectivo. Festejá y comunica los avances concretos, aunque sean pequeños.
  3. Convertí las ideas, que vayan surgiendo y priorizándose, en una agenda de trabajo, con fechas e hitos (de corto, mediano y largo plazo), presupuesto y responsables (y dale seguimiento).
  4. Pasa rápido a la acción, evalúa rápido y corregí más rápido aún. No todo tiene que estar perfecto para comenzar. Mostrá resultados, de corto, mediano y largo plazo (no sólo intenciones).
  5. Identificá recursos disponibles y ponelos en movimiento. Hacé un inventario de recursos, capacidades, vínculos, saberes y apoyos y comprometelos y activalos desde el inicio.

Diagnóstico Potenciar – Pensando el territorio

Diagnóstico Potenciar – Pensando el territorio 349 322 Administrador Potenciar

POTENCIAR concibe al territorio no sólo como una porción de tierra delimitada con su complejidad biofísica (relieve, condiciones ambientales, biodiversidad), sino como un espacio construido socialmente, es decir, histórica, económica, social, cultural y políticamente.

El territorio es un lugar espacialmente estructurado y organizado por medio de las relaciones entre los seres humanos y los demás elementos que contiene, por lo tanto, se debe pensar al territorio como una construcción integral, dialéctica, compleja, multidimensional y pluridimensional desde la vida social y sus múltiples y plurales interrelaciones, procesos y dinámicas; donde lo geográfico y ambiental, lo económico, lo social, lo cultural y lo político deben ser entendidos como partes indivisibles y en interacción, lo mismo que sus niveles, ámbitos y escalas.

El Diagnóstico que hacemos en POTENCIAR tiene por objeto reconstruir ese territorio, escuchando a sus protagonistas, entendiendo sus lógicas y reconociendo sus diferencias. Se analizan todas las dimensiones de ese espacio co-construido por los actores de los distintos sectores, sus dinámicas de relacionamiento internas y externas, su relación con el ambiente, con la economía, la sociedad y la cultura.

Desde POTENCIAR buscamos, con esta herramienta, interpretar los territorios de la mano de sus actores bajo una mirada de posibilidades de desarrollo en función de sus propias historias, identidades, culturas y saberes.

Los territorios funcionales como unidades de desarrollo en la era post pandemia

Los territorios funcionales como unidades de desarrollo en la era post pandemia 349 322 Silvio Dal Buoni

¿Cuál es la importancia de incorporar una mirada amplia a la hora de definir intervenciones territoriales? ¿Por qué es necesario ir más allá de la dimensión político – administrativa para generar transformaciones locales? ¿De qué estamos hablando cuando hablamos de territorios y abordajes funcionales?

Existe hoy en día, en estos tiempos pandémicos y post pandémicos que vienen evidenciando notablemente las desigualdades territoriales, la necesidad de repensar el concepto de desarrollo a partir de la “vuelta a lo local”. Esta visión, si bien no es nueva, vuelve a poner en discusión no sólo el modelo económico de las sociedades modernas, sino también la construcción de las políticas públicas y el status quo. En el nuevo contexto mundial, se vuelve necesario, y casi obligatorio, volver al origen, la unidad territorial, para poder pensar, construir y diseñar, modelos alternativos de desarrollo construidos y planificados sobre bases sólidas y tangibles sustentados en las capacidades y potencialidades de los territorios.

También constituye una necesidad imperiosa que sean los propios actores territoriales de los diferentes sectores, el público, el privado y el social, quienes lideren los procesos. Que sean ellos, desde sus realidades particulares, sus historias, sus culturas, sus lazos de articulación con otros, sus motivos para hacer o dejar de hacer, sus ganas y también sus imposibilidades y temores, los que tomen la posta e inicien el proceso de transformación hacia nuevas formas de desarrollo más sustentables. 

El desarrollo requiere entonces de motores en marcha, de visiones compartidas entre los actores territoriales, de una construcción superadora, integradora de lo social, lo económico y lo ambiental.

El desarrollo, así pensado, implica también conocerse, estar informados y estar conectados. Una comunidad debe “conocerse” y a partir de esa toma de conciencia sobre su realidad puntual comenzar a pensar juntos modelos de acción transformadores y alternativos capaces de incidir directamente en la calidad de vida de las personas. Asimismo, no basta con “conocerse” para poder desplegar su potencial. El mundo globalizado exige que los territorios puedan observarse en perspectiva, es decir, en interacción con otros de acuerdo con su funcionalidad.

El concepto de territorio funcional aparece para complementar esta nueva forma de pensar el desarrollo. El mismo refiere a unidades geoespaciales caracterizadas por contener, hacia su interior, una alta frecuencia de interacciones económicas, sociales y culturales entre sus habitantes, sus organizaciones y sus empresas, como bien pueden ser, por ejemplo, los mercados laborales, los mercados de bienes y servicios, las redes sociales, la identidad étnica o cultural, y, también, la organización político-administrativa del estado que crea espacios de servicios públicos. Visto desde esta óptica, un conjunto de localidades pueden ser parte de un mismo territorio funcional, si las personas que viven ahí se desplazan principalmente entre ellas para trabajar, para acceder a servicios públicos y privados, para comprar y vender, o para interactuar con las personas y organizaciones que hacen parte de su red social.

Como es evidente, estas interacciones requieren y son facilitadas por infraestructura y servicios que permiten el movimiento y la comunicación entre personas y organizaciones y el intercambio de bienes y servicios. Los territorios funcionales son, entonces, superadores de la unidad, de la localidad o la ciudad, implican una concepción más amplia, un tanto más general y dinámica del ordenamiento  político administrativo del territorio.

Pensar en clave de territorio, de capacidades y potencialidades de ese territorio constituye el gran desafío para el desarrollo en los tiempos pandémicos y post pandémicos. 

Pensar en clave de territorios funcionales, entendiendo que somos partes indivisibles del todo, integrados, en constante movimiento y articulación, constituye la utopía del desarrollo. El camino que va desde la singularidad, en interacción con otros, a lo deseado puede, en este contexto tan marcado por la incertidumbre, ser un ancla sobre la cual comenzar a deconstruir las desigualdades espaciales y los cambios que ello genera en los territorios a nivel social, económico y ambiental.

Potenciar

[posse, -ntia] Latín

“Comunicar fuerza o energía a una cosa o incrementar la que ya tiene”.

“Aumentar el poder o la eficiencia de una cosa”.

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Ciudad de Buenos Aires,
Argentina.

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