Estrategias de desarrollo local con perspectiva de género

por Melisa Wainberg

Estrategias de desarrollo local con perspectiva de género

Estrategias de desarrollo local con perspectiva de género 600 600 Silvio Dal Buoni

En los últimos años, la necesidad de abogar por la efectiva igualdad de género ha ido ganando una poderosa fuerza en la agenda pública, logrando consolidarse como uno de los grandes retos que diferentes agentes sociales -personas, organizaciones sociales, empresas y gobiernos-, buscan abordar, sea de manera individual o colectiva.

Sin embargo, al tratarse de un tema transversal (que intersecta y constituye las diferentes dimensiones de la vida personal y colectiva, desde dimensiones subjetivas/percepciones, actitudes, comportamientos y objetivas/materiales) y que, por tanto, afecta todas las dinámicas y relaciones sociales, en algunas ocasiones puede presentársenos como un reto demasiado grande, ambicioso o abstracto como para ser incorporado dentro de nuestras estrategias de intervención comunitaria orientadas al desarrollo local.

No obstante, es posible delinear algunos aspectos o puntos clave que podemos tomar en consideración para que nuestras actuaciones puedan arribar a buen puerto y resulten transformadoras no sólo desde la intención, sino fundamentalmente desde la práctica.

En esta nota, recogemos 5 de ellas:

1) Manifestaciones locales de la desigualdad de género.

El primer paso de cualquier iniciativa orientada a promover el desarrollo local es conocer, reconocer y comprender las situaciones de desigualdad de género que existen en cada comunidad.

Esto significa conocer en profundidad la comunidad en la que trabajaremos y dilucidar aquellas expresiones o materializaciones específicas de desigualdad de género que se dan en el seno de las mismas.

2) Percepción local de las manifestaciones de la desigualdad de género.

El análisis “desde afuera” no alcanza para poder diseñar un abordaje que integre la perspectiva de género: debemos también conocer e incorporar el modo en que esas materializaciones locales de desigualdad son interiorizadas, percibidas o “leídas” por sus propies habitantes.

Esto es, preguntarnos si vivencian (y cómo vivencian) la desigualdad dentro de su propia comunidad las mujeres, los varones y las identidades disidentes.

De este modo, podremos conocer nuestro punto de partida y construir escenarios de cambio no sólo deseables, sino también posibles y alineados con la realidad local.

3) Trabajar con las mujeres es importante, pero no suficiente.

Si nuestra estrategia está orientada a fomentar, entre otros aspectos, la participación de la propia comunidad y su involucramiento en procesos de cambio, inclusión y desarrollo local desde una perspectiva de género, debemos tener en cuenta que incluir y trabajar con las mujeres e identidades disidentes es importante (y fundamental), pero de ningún modo suficiente.

Si entendemos la desigualdad de género como un conjunto de dinámicas sociales de poder y dominación de un género (hombres) por sobre otros (mujeres, identidades disidentes), trabajar exclusivamente con uno de ellos permitirá sensibilizar, concienciar y transformar algunas aristas de la realidad, pero no modificará sustancialmente el tejido social en la que estas aristas están inmersas ni modificará sustancialmente las modalidades de interacción que, muchas veces, producen y reproducen las desigualdades de género.

Por tal motivo, tan importante como trabajar por la inclusión y empoderamiento de las mujeres e identidades disidentes con dichos colectivos, es trabajar en la construcción de nuevas masculinidades que fortalezcan (y en algunos casos, habiliten) la realización material de dicho empoderamiento.

4) Condiciones de posibilidad.

Un cuarto elemento a considerar tiene que ver con la participación e involucramiento de la comunidad. Es decir, trabajar con y desde el interés, deseo, motivación y percepción de la propia comunidad sobre sus propios problemas y oportunidades de desarrollo es un elemento clave para garantizar, al menos, dos cuestiones clave: 1) que los problemas y oportunidades identificados, así como las estrategias para abordarlos, son realmente sentidos y compartidos por sus pobladores y organizaciones; 2) que las iniciativas impulsadas sean efectivamente transformadoras, apropiadas por la comunidad local y sostenibles en el tiempo, elemento que sólo resulta factible en la medida en que logremos involucrar y participar a los actores locales.

Sin perjuicio de lo anterior, y en línea específica con la temática “género y desarrollo local”, nos encontramos con que, en muchas ocasiones, buenas e innovadoras ideas terminan chocando con barreras a la hora de su implementación: las instituciones locales, las infraestructuras comunitarias disponibles, la división del trabajo y las dinámicas internas o manifestaciones de desigualdad específicas de cada comunidad, se constituyen como condiciones de posibilidad a las que debemos prestar especial atención.

A la hora de generar propuestas concretas de trabajo en una comunidad  en perspectiva de género ¿Nos preguntamos cómo vivencian estos temas mujeres, identidades disidentes y hombres? ¿Nos preguntamos cómo han sido, como son y como podrían transformarse las dinámicas de relacionamiento entre los géneros en relación con el perfil y potencial de desarrollo social, económico, político, cultural y ambiental de cada territorio? ¿Nos preguntamos si existen espacios de poder y/o de toma de decisiones importantes para el territorio que operan bajo una lógica de dominación? ¿Si las mujeres o identidades disidentes quieren lo que estamos proponiendo? ¿Nos preguntamos si algún colectivo o grupo de la comunidad se resentirá de algún modo frente a determinadas propuestas? ¿O si generará una tensión que no existía antes en el territorio? ¿O acaso cómo están distribuidas las tareas y trabajos entre hombres y mujeres y cuál es la disponibilidad de tiempo de acuerdo al género? ¿O si existen las infraestructuras comunitarias necesarias para garantizar una distribución del tiempo más equitativa (como guarderías, bibliotecas, escuelas, etc.)?

Respondernos estos interrogantes es una buena manera de ayudarnos a definir y adaptar propuestas de modo tal que resulten viables y transformadoras.

5) No somos superpoderoses.

El reconocimiento de nuestra potencialidad de impacto, de nuestras capacidades y nuestro ámbito de intervención, así como del punto de partida en que nos encontramos, tanto como generar propuestas acordes a la capacidad de respuesta y abordaje de nuestra propia organización, del entorno comunitario y de las instituciones locales y no locales, deben ser brújulas que guíen tanto el diseño como la implementación de estrategias, de modo de permitirnos mitigar el riesgo de producir efectos negativos no deseados que resultan posibles en cualquier intervención social.

Potenciar

[posse, -ntia] Latín

“Comunicar fuerza o energía a una cosa o incrementar la que ya tiene”.

“Aumentar el poder o la eficiencia de una cosa”.

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